Todos los miraban a ellos y ellos miraban el cielo. El día de ayer pasó para los músicos entre abrazos y besos a quienes se acercaban a saludarlos, y alternados ruegos para que las nubes grises y pesadas no les arruinaran la velada. "¡Que no llueva!", suplicaba cada tanto Pancho Varona, el "alma musical" de Joaquín Sabina desde los tiempos de "Sabina y viceversa" (a comienzo de los 80). Lo secundaban el guitarrista Antonio García de Diego y Ricardo Miralles, el estupendo pianista y compañero desde 1968 de Joan Manuel Serrat.
El comienzo de la gira los tiene entusiasmados y optimistas. Pancho contó que en Salta, arrancaron con "Puede ser un gran día", pero que los recitales no tienen un desarrollo preestablecido. Se improvisa, incluso, sobre el escenario, reconoció. Maestros de la sorpresa.